domingo, 29 de julio de 2012

Diálogo entre el mármol

Lo conocí hace un poco más de dos años: él, un joven exitoso, que en ese entonces fungía como candidato a diputado local por el sexto distrito del estado de Puebla, su nombre es Mario Riestra Piña y es licenciado en ciencia política y relaciones internacionales egresado del Centro de Investigación y Docencia Económicas; yo, era un estudiante de bachillearto, a punto de egresar de ese nivel y con sentimientos encontrados, una sensación de rechazo e indiganción y por el otro lado, esperanza y mucho ánimo. Bueno, realmente nos conocimos siendo niños, cosa de la que no me acuerdo y, por lo que puedo percibir, él sí recuerda (sí, me siento apenado por ello).
Se trató de la campaña de la coalición Compromiso por Puebla, que a la postre, triunfó en la mayoría de los distritos y presidencias municipales de Puebla, y principalmente, ganó la gubernatura de la entidad.
Posteriormente a la jornada electoral, como al mes y medio, me encontré a Mario en una comida en Tecali de Herrera. Era diputado electo. Ahora, es coordinador de la bancada del PAN en el Congreso del Estado. Desde luego, ocupa un lugar importante en alguna comisión importante. Sin embargo, él, pese al avance que ha mostrado en ciertos aspectos como legislador, continúa siendo una persona accesible, humilde y centrada... desde luego, al igual que yo, es un "niño fresa"; pero somos eso: gente buena que gusta de lo bueno, cosa que al parecer, en ocasiones resulta dificultoso, cada vez con mayor constancia, observar en las sociedades elitistas contemporáneas que se enfrentan con rezagos económicos importantes conviviendo en un mismo tiempo y espacio.
Hoy domingo, 29 de julio, tuve oportunidad de coincidir nuevamente con él, también en Tecali de Herrera. Es la primera vez que lo veo desde que contrajo nupcias. La misma persona que conocía. Qué bueno y grato es saber que aun con la importancia política que tiene dentro del legislativo poblano, sea un buen tipo. Me comentó que por algo había llegado aquí, a este blog, llamado "algo así como de maíz", es decir, "Maizal". Me confundió al inicio porque mi tumblr está titulado de la misma manera. Inmediatamente recordé la última entrada (anterior a ésta) donde escribí sobre mi enfoque político en la pasada elección presidencial, y claro, me aturdí levemente: yo, otrora actor electoral pro-coalición panista (incluidos PRD y Convergencia, i. e. Movimiento Ciudadano) y en este año, netamente pro-izquierda... ¿qué habrá pensado Mario? En fin, lo que hubiese pensado, creo que él sabe que es sincero. Y casi 100% apartidista, casi 100% pro-candidato. 
El punto es: él, panista; yo, cambiado. Así, con esta diferencia, hay coincidencias que sobresalen, incluso muy por encima de esa diferencia (tal vez temporal y fugaz).
Una, es que ambos provenimos de familias ligadas y partícipes de gobiernos priístas: su padre fue secretario en el gobierno estatal al igual que mi abuelo.
Dos, independientemente del partido, ambos crecimos rodeados por la política, lo cual ha influido en nuestra formación profesional y en nuestra vocación.
Tres, nos tocó vivir en nuestras respectivas "primera incursión" en la política, ser parte del cambio de partido en el gobierno de Puebla. Sí, con familias o mentores priístas, pero opostiores al nefasto régimen de Mario Marín, alias "El góber precioso".
Cuatro (la más importante inciso A), somos jóvenes. Con las características propias de la etapa: uno de 30 y el otro de 20. Frescos, no tan maleados, más cargados hacia "lo nuevo", es decir, hacia el cumplimiento de nuestras aspiraciones como qué es lo que somos capaces de y qué podemos aportar.
Cinco (la más importante inciso B) y última, que es la consciencia sobre la actualidad y sobre lo actual -en lo político, social, cultural, quizá hasta económico- visto desde la competencia del poder (legislativo, ejecutivo o judicial) confrontados únicamente por el factor partidista (hoy, en este momento, que puede revertirse).
Me da gusto saber eso, que queremos lo mismo aunque, en ocasiones, mediante distintos métodos o vías. Ése es un diálogo, quizá sin palabras pero sí con pensamientos: un diálogo entre el mármol. Como el mármol: bello y duro, multicolor y elegante. El mármol, de Tecali.

viernes, 27 de julio de 2012

Mudando de piel

El proceso electoral en el que las y los mexicanos elegimos al próximo presidente de nuestro país, si bien se encuentra en una etapa de "suspenso" o al menos de incertidumbre, en términos generales se puede decir que como tal -proceso electoral (de elegir)- ya concluyó.
Tuve vaivenes políticos previo a decidir apoyar el proyecto que encabezaba Andrés Manuel López Obrador. Al principio fue a regañadientes porque, realmente, prefería a Marcerlo Ebrard sin duda alguna y muy por encima de simpatizar con el tabasqueño.
Lo que siempre supe fue que por el PAN simplemente niguas.
Tengo una herencia y cultura priísta muy bien arraigada. Mi abuelo es y ha sido priísta toda su vida. Funcionario de gobiernos estatales, legislador y munícipe de la capital poblana. Entonces mi vínculo y simpatía con el PRI existen. No recuerdo a quién decidí apoyar primero (hace como año y medio), si a Peña Nieto, a Beltrones o a Marcelo. El punto es: empecé a inclinarme por el virtual ganador de los comicios (Enrique).
Luego por Ebrard... hasta que en las encuestas realizadas por los partidos de izquierda, resultó triunfante López Obrador. ¡Que gran decepción! Condenado, la "izquierda" que mucha gente queríamos -al menos la suficiente- se fue a la borda (y sigue allí). Más que izquierda, defino a esa corriente como Ebrard ha descrito su gobierno: progresista y tolerante (lo de avanzada está de más).
Decepcionante. Impotencia en mí. ¡Caray!, pensaba una y otra vez. Apoyaré a Peña Nieto, pensé en repetidas ocasiones. El candidato al que apoyé en redes sociales y por quien voté fue, ciertamente: AMLO, no Peña.
Solamente que debo hacer una acotación: jamás desarraigué mis pies de esa tierra marcelista en la que me siento cómodo, a gusto: compartimos ideas, visiones y propósitos. Por tal motivo, antes del inicio formal de las campañas presidenciales (me parece que fue en el lapso de la inter-campaña), publiqué en alguna red social que independientemente del resultado, me iba a acoplar a "la línea" o pauta que marcara Marcelo.
Así lo hice, así lo hago y así lo haré.
¿Por qué? Porque en él confío un rumbo progresista de la "izquierda" en México. Claro, me refiero al liderazgo. Y porque en él confío, considero que mi trabajo cívico y patriótico -sin exageraciones- puedo realizarlo cómodamente en ese camino.
Como sea, el punto es: no he reconocido la legitimidad (la legalidad sería una burla, desde luego, reconocer) del triunfo de Peña Nieto. Estoy cierto que muy probablemente haya sido él quien ganó, aunque también dudo de su triunfo por el margen de 6 por ciento. Andrés Manuel, era una candidato muy fácil de golpear y de hacer quedar mal. "Inclusive sin" compló mediático en su contra. Así que su recuperación, ese fortalecimiento que sostengo habría conseguido de no haber hecho sus visiones de tomar Reforma y ser electo en un asamblea como "presidente legítimo", la habría conseguido; en vez de beneficiarle lo perjudicó: pudo haber sido "institucionalmente demócrata" y dejar muy mal parado a Calderón y en esta pasada elección haber sido indiscutible puntero. También le faltaron agallas para golpear, por ejemplo, en el debate.
Hasta que Ebrard lo reconozca (a EPN), lo haré. Prácticamente será algo simbólico de mi parte. Lo concibo como un paso político ordenado y secuencial. Mi reconocimiento -casi- total lo tendrá Peña una vez que el TRIFE haya emitido su fallo y le sea entregada la constancia de mayoría. Consciente soy de que, "legal" más no "a la buena", muy probablemente (un 99.67%), ganó. Por ahora lo tiene parcial.
Esto, algunas personas con quienes dialogué en la campaña -principalmente en redes sociales- lo pueden percibir como una "traición" de mi parte o que estoy, vulgarmente, mudando de piel. Para nada. Sólo quiero dar a entender dos cosas: a) deseo una "izquierda" moderna, progresista y abierta/democrática, y b) mi influencia del PRI es innegable y, así como hay puntos reprobables, hay otros destacados.

miércoles, 18 de julio de 2012

La sonrisa del chico del café

Bastó con que Jimena viera el pie, ascendiendo y descendiendo a una velocidad que le recordaba la fugacidad del ladrido canino, de ese hombre -joven, bien parecido, de lentes- para saber que se trataba del prototipo de un "más-que-su-amigo" vislumbrado por ella como ideal.
- ¿El amor? No puedo creerlo, es seguramente un chico bien parecido y solamente eso.
¿Solamente eso? Con esa mirada de hombre cordial, atento y culto. Caray, en esta ocasión el prototipo imaginado había sido sobrepasado por la realidad. Él platicaba con un par de mujeres. Jimena no lograba escuchar. En vez de ello, le decía su pensamiento: ¿has oído que risa tan linda tiene? Fue imposible abstenerse de observar al varón.
La estampa culminó poco tiempo después. Aquel trío solventó la cuenta de lo consumido y él subió en un carro blanco del lado del conductor, e inmediatamente, encendió el motor y sobre el concreto estampado condujo de reversa, para después tomar el bulevar y alejar su automóvil bajo las sombras de árboles perfectamente alineados. Perfectamente... como los astros este día, pensó Jimena.