viernes, 27 de julio de 2012

Mudando de piel

El proceso electoral en el que las y los mexicanos elegimos al próximo presidente de nuestro país, si bien se encuentra en una etapa de "suspenso" o al menos de incertidumbre, en términos generales se puede decir que como tal -proceso electoral (de elegir)- ya concluyó.
Tuve vaivenes políticos previo a decidir apoyar el proyecto que encabezaba Andrés Manuel López Obrador. Al principio fue a regañadientes porque, realmente, prefería a Marcerlo Ebrard sin duda alguna y muy por encima de simpatizar con el tabasqueño.
Lo que siempre supe fue que por el PAN simplemente niguas.
Tengo una herencia y cultura priísta muy bien arraigada. Mi abuelo es y ha sido priísta toda su vida. Funcionario de gobiernos estatales, legislador y munícipe de la capital poblana. Entonces mi vínculo y simpatía con el PRI existen. No recuerdo a quién decidí apoyar primero (hace como año y medio), si a Peña Nieto, a Beltrones o a Marcelo. El punto es: empecé a inclinarme por el virtual ganador de los comicios (Enrique).
Luego por Ebrard... hasta que en las encuestas realizadas por los partidos de izquierda, resultó triunfante López Obrador. ¡Que gran decepción! Condenado, la "izquierda" que mucha gente queríamos -al menos la suficiente- se fue a la borda (y sigue allí). Más que izquierda, defino a esa corriente como Ebrard ha descrito su gobierno: progresista y tolerante (lo de avanzada está de más).
Decepcionante. Impotencia en mí. ¡Caray!, pensaba una y otra vez. Apoyaré a Peña Nieto, pensé en repetidas ocasiones. El candidato al que apoyé en redes sociales y por quien voté fue, ciertamente: AMLO, no Peña.
Solamente que debo hacer una acotación: jamás desarraigué mis pies de esa tierra marcelista en la que me siento cómodo, a gusto: compartimos ideas, visiones y propósitos. Por tal motivo, antes del inicio formal de las campañas presidenciales (me parece que fue en el lapso de la inter-campaña), publiqué en alguna red social que independientemente del resultado, me iba a acoplar a "la línea" o pauta que marcara Marcelo.
Así lo hice, así lo hago y así lo haré.
¿Por qué? Porque en él confío un rumbo progresista de la "izquierda" en México. Claro, me refiero al liderazgo. Y porque en él confío, considero que mi trabajo cívico y patriótico -sin exageraciones- puedo realizarlo cómodamente en ese camino.
Como sea, el punto es: no he reconocido la legitimidad (la legalidad sería una burla, desde luego, reconocer) del triunfo de Peña Nieto. Estoy cierto que muy probablemente haya sido él quien ganó, aunque también dudo de su triunfo por el margen de 6 por ciento. Andrés Manuel, era una candidato muy fácil de golpear y de hacer quedar mal. "Inclusive sin" compló mediático en su contra. Así que su recuperación, ese fortalecimiento que sostengo habría conseguido de no haber hecho sus visiones de tomar Reforma y ser electo en un asamblea como "presidente legítimo", la habría conseguido; en vez de beneficiarle lo perjudicó: pudo haber sido "institucionalmente demócrata" y dejar muy mal parado a Calderón y en esta pasada elección haber sido indiscutible puntero. También le faltaron agallas para golpear, por ejemplo, en el debate.
Hasta que Ebrard lo reconozca (a EPN), lo haré. Prácticamente será algo simbólico de mi parte. Lo concibo como un paso político ordenado y secuencial. Mi reconocimiento -casi- total lo tendrá Peña una vez que el TRIFE haya emitido su fallo y le sea entregada la constancia de mayoría. Consciente soy de que, "legal" más no "a la buena", muy probablemente (un 99.67%), ganó. Por ahora lo tiene parcial.
Esto, algunas personas con quienes dialogué en la campaña -principalmente en redes sociales- lo pueden percibir como una "traición" de mi parte o que estoy, vulgarmente, mudando de piel. Para nada. Sólo quiero dar a entender dos cosas: a) deseo una "izquierda" moderna, progresista y abierta/democrática, y b) mi influencia del PRI es innegable y, así como hay puntos reprobables, hay otros destacados.

1 comentario:

  1. Maggi García y Rojas27 de julio de 2012, 12:15

    Muy buena reflexión, buenos argumentos. Y estoy de acuerdo contigo en lo de la izquierda: también quisiera una moderna, progresista, abierta y democrática y además, tolerante. Sin excesos y fanatismos, que no nos hacen nada bien. Y lo que tú piensas o quieres no es traición, creo yo. Es, sencillamente, lo que tú eres. Un saludo.

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